
Nos cuenta Macedonio Fernández en su novela Museo de la novela de la eterna, que hay dos bandos que se disputan Buenos Aires, los Enternecientes e Hilarantes, los primeros se apoderan de “todos los altoparlantes, de la ciudad, e hicieron repetir todo el día unánimemente, el poema lacerante, de una mujer de avanzada edad, y de facciones muy desairadas, que con muy hermosa voz juvenil había enamorado a un joven ciego; cuya mujer, la tarde en que debía esperar la llegada de su novio a quien genial cirujano acababa de lograr recuperarle la vista, se suicidad quemándose en una pira tan poderosamente preparada que redujo en instantes, su rostro y cuerpo a cenizas en tanto, el joven novio creyendo que preparándose ansiosa a recibirlo con sus mejores vestiduras había ella perecido en un incendió casual, enloquecido se arroja del balcón. Este relato versificado fue repetido por toda la población como desayuno, almuerzo, merienda y cena, con el resultado que un niño hubiera podido apoderarse del gobierno de Buenos Aires al finalizar la semana enterneciente. Y en verdad , doblemente desdichada: mujer que no resistió verse contemplada con horror por el amado que creía en ella, la imaginaria tan bella: tal horror no habría sentido él nunca ni en ese primer momento porque un nacido ciego nada visual imagina y ve discierne belleza y fealdad quizás nunca, aparte del acostumbrase”.
Si todavía tiene la paciencia , que es una virtud, en las alma nobles, de continuar leyendo esta notas , les sugiero muy amablemente, se tomen la molestia, de hacer clic en play (el triangulito), hasta que empiece a cargarse en la pagina el audio, de tan interesante nota, sobre los hilarantes o enternecientes tan doblemente verdadera como la novela anteriormente citada .
Hasta Cuando - Capusotto (Dúplex Aliverti - Quique Pesoa)
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