
La parrilla echa humo por los cuatro costados, adentro hay dos pollos, que de tan quemados parecen negros, son pollos caseros, me dice el parrillero, que de a rato descuida la parrilla para cebar unos mates,¿ y como anda el trabajo? no anda bien le digo, don Soria, que oficia de jardinero ,se anima y se arrima a la conversación como orejeado una carta, ¿ ya no hay tanto?, el hijo del Coco dice que esta tapado de trabajo, vah, ese miente y canta envido sin cartas, los pollos parecen no escucharnos, ello hace un tiempo se están quemando en las brasas, don Soria me habla de maquina cortar pasto, de cilindrada, revoluciones, de motores, de lo conveniente de un motor mas grande y de vinos,y del trabajo, tráeme algo para tomar,un vino, le pide al parrillero, el vino hoy lo tomo con soda porque hace calor ,lo dice como disculpándose, sus deseos son ordenes,como todo deseo nunca son completos ,entonces aparece una botella ya empezada de tres litros de vino blanco, amaga a convidarme ,pero solo hay un vaso, yo no tomo ,le digo mientras le muestro un mate, en realidad yo nunca tomo, desde que soy un revolucionario , veinticinco pesos me dice, cuesta una de esta, pero de vino tinto, me lo dice con los ojos grandes como dos uva, una de esta voy a cómprame, y mientras me lo dice, sueña despierto , sentado en una mesa de tablones, bajo la sombra de un tilo, ¿En que fonda en que bodega, se toma un vino tan bueno? pienso, pero ya no me escucha, don Soria ya esta cortando pasto, juntando peso sobre peso ,ya no sueña con maquinas de cortar pasto,con mas trabajo, sus sueños son mas realizables, sueña con una botella del mejor vino, eso que todavía no tomo, esa que sale veinticinco pesos.
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